martes, 25 de diciembre de 2018
miércoles, 12 de diciembre de 2018
Mi Regalo
Este año por Navidad voy a dar más regalos, he decidido hacer regalos para
conocidos y amigos, a más a más de los familiares. Amplío mi lista de regalos
para obsequiar a las personas que son parte de mi vida y mi pensamiento.
Algunas no las veo asiduamente, están en mi presente, otras, hace mucho que no
hablo con ellas pero han sido y son amor en mi vida. Todas han influido para
que sea la persona que hoy soy, y por ese motivo estas fiestas recibirán algo
único, sabrán que mi regalo está en camino pues me tocará recabar las
direcciones de bastante de ellas.
Cada persona tiene sus gustos y
su momento, y por eso mis regalos serán todos diferentes. Es difícil esto de
hacer regalos, pensar en cada una de las personas que le puede gustar más, que momento
está viviendo, etc.
“No me ha tocado la primitiva ni me he vuelto
loco”
Simplemente en los cambios que he
realizado este 2018 me doy cuenta de que a todos nos gusta recibir sorpresas y
regalos, y más si vienen de personas conocidas y amadas. Cada vez necesitamos
más amor, y mis regalos tendrán esa dosis de ternura y dedicación con la
intención de sorprender. Las ideas surgen, y ponerlas en práctica a veces no es
fácil, pero este año mis regalos serán muchos y sorprendentes. Suelo hacer este
tipo de regalos durante todo el año, hay personas que les gusta más que a
otras, incluso hay algunas que por un motivo u otro no le sacan partido a mi
detalle. A veces puede pasar que los regalos no nos llegan al corazón o a las
expectativas que tenemos. Cuando somos niños que no nos cambien nuestro pedido
de Papa Noel y Reyes o puede haber una guerra familiar. Cuando somos grandes
buscamos sorprender suponiendo sus gustos y sus ilusiones.
Luego las mayores sorpresas son
cuando nos damos cuenta que los niños de hoy en día, la mayoría, siempre juegan
solos enganchados a algo electrónico, muchas veces son cosas costosas tanto
para los más pequeños como para los más mayores. Suplimos mayoritariamente
nuestra falta de tiempo y dedicación a los nuestros con regalos mega
tecnológicos y carísimos.
En mi lista de regalos hay niños,
adolescentes, adultos, gente mayor y algún colectivo de personas o grupos de
amigos. A todos les voy a hacer el mismo regalo con pequeñas variaciones. Cada
uno de los regalos cabe en un sobre de 13x18 cm, llevará una dedicatoria
individual escrita sinceramente y con
amor. Estas Navidades mi presupuesto
económico va a ser el más bajo de todos los años, mi dedicación va a ser mucho
mayor y mi satisfacción latente desde el minuto uno que tuve la idea.
Si, este año voy a regalar
tiempo, a todos, les voy a dedicar unas palabras de agradecimiento por formar
parte de mi vida explicándoles de cuantos minutos, horas o días. Con los niños
igual juego a básquet, futbol, a piedra papel o tijeras, les explico cuentos,
etc. A los adultos conversaciones, escuchas, pasear, juegos de mesa (ajedrez,
parchís, dominó, monopoli, uno, etc). A los mayores (mi querida tercera edad)
escucharlos (sin el móvil), ir de compras, acompañarlos al médico, bricolaje
casero, etc. A los colectivos compartir experiencias donde aprenderemos unos de
otros.
En mis regalos cabe todo el
mundo, nuevos y viejos conocidos, amigos, familiares, la dependienta del súper,
el conductor del bus, etc. Yo doy mi tiempo a los demás, un obsequio que no tiene
caducidad y que sé que algunos de los regalos nunca se disfrutarán. Quizás no
podemos parar la máquina estresante y agitada que nos deja sin ver las
maravillas de un paseo al sol, de unas risas bajo la lluvia, etc.
Mis postales de Navidad las
compro a http://nosomosinvisibles.org/
que atienden a personas con parálisis cerebral y personas con discapacidades
severas.
Si estás leyendo esto y quieres
que nos hagamos un regalo de tiempo, escríbeme, hoy en día mi regalo puede ser
incluso en la distancia gracias a la tecnología.
Mi experiencia me dice que cuanto más escucho más aprendo. ¿Tienes algo que contarme?
Josep Maria: josepmroldan2018@gmail.com
domingo, 2 de diciembre de 2018
La fuente de Ahuzki.
Busco una
explicación lógica para saber por qué a mis casi cincuenta años mi semblante es
de treintañero. Hoy estoy en el hospital con mi madre, y me vuelve a pasar, una
enfermera no se cree que tenga cuarenta y ocho años. La conversación deriva a
tener que mostrar mi DNI y la fecha de mi nacimiento. Mi madre, todavía convaleciente,
sonríe mientras Cristina acepta mi edad
a regañadientes.
Me quedo a solas con mi madre y
empieza a contarme:
-
Mira
cariño: Cuando naciste, llegó a mis oídos la historia de la fuente de la eterna
juventud. El manantial de la “Fuente de Ahuzki” está muy cerca de nuestra casa,
pertenece a la provincia de Zuberoa. Con apenas un mes y medio tu padre y yo
nos fuimos contigo a descubrir el surtidor de la eterna juventud. Fue una
experiencia muy especial, Era una tarde soleada, tuvimos que andar casi una
hora, pasamos de un sol radiante a una
lluvia moderada, tuvimos un vendaval que parecía pedirnos que no siguiésemos
con nuestro propósito. Yo recuperándome del parto, tu padre te cargo en su espalda
con una sábana que yo le cruce para dicho menester.
Una vez allí, nos miramos mientras mojamos tus
pies y manos en el agua fría que emanaba de la montaña de Bohokortia. Tú no
paraste de sonreír mientras el agua corría por tus pies y manos. Siguiendo las
instrucciones de la fábula llenamos 6 garrafas de agua (tú padre hizo tres
viajes posteriores mientras yo descansaba en el coche contigo), para luego
poder preparar los biberones con el agua que te daría la eterna juventud.
Me quedo tan sorprendido con la explicación que todo
mi cuerpo se estremece, sonrío a mi
madre y cogiéndonos mutuamente las manos mientras cierro los ojos le pido a la
vida traspasar mis veinte años de juventud a ella.
Me despierto junto a mi madre dormida, es de madrugada
y el silencio es total, la miro una y otra vez sorprendido al ver que mi deseo
se ha cumplido. Me dirijo al baño, me miro en el espejo, compruebo mis suposiciones
y sorprendido acepto que ahora ya soy un cincuentón en todos los sentidos. Paso la noche en el hospital prácticamente sin
dormir, pensando en la historia de la eterna juventud y mi petición a la vida.
A la mañana siguiente le dan el alta a mi madre, sus
signos vitales por los que la ingresaron están como los de una persona de 60
años. El azúcar estabilizado, la tensión que la tenía alta ha bajado sin
ninguna explicación. Mi madre sonríe, está feliz y yo no sé cómo explicarle que
se va con veinte años menos.
Reflexiono pensando que la vida nos da y nos quita lo que un día
hicimos con cariño. La muestra de amor
que mi madre me entregó, hoy, cuando ella necesita sanar, la vida le devuelve la eterna juventud. Es una de las historias
vascas más antigua y bonita que conozco y es en torno a la fuente Ahuzki,
tantas veces visitada en mi adolescencia sin saber la importancia que tiene en
mi vida.