viernes, 4 de enero de 2019

Vamos a vivir este año.


     Empezamos un  nuevo año y tenemos (o deberíamos de tener) el deber de ser felices en este 2019. Es un buen momento para valorar si en el año que hemos finalizado hemos cumplido parte de nuestros sueños. Vamos a mirar atrás y ver que podemos aprender de lo vivido. Tenemos que entender por donde hemos caminado y con quien hemos compartido nuestros pasos, saber si en todo momento hemos estado donde queríamos estar. Hay cosas que no podemos cambiarlas de la noche a la mañana, pero si visualizamos los 365 días del 2018 podemos ver nuestra evolución o si por el contrario hemos estado inmóviles un año más, o incluso si hemos retrocedido.

      No pasa nada si no hemos conseguido cambiar nada, si nuestra decisión es navegar en un mar de calma, sigamos así. Pero si tenemos esas ganas de cambio, si vemos que no estamos en el lugar correcto, vamos a empezar cuanto antes a izar nuestra vela y buscar el viento favorable que nos lleve al lugar donde queremos estar. Hoy es un buen día para mirar hacia delante y luchar por nuestros sueños, esos deseos que en muchísimas ocasiones son sólo nuestros. 

    Nos pasamos muchos años viviendo la vida de los demás, a veces es necesario, de los hijos, de los padres, de la pareja, y nuestros sueños se van desvaneciendo año tras año. Es nuestra decisión apoyar a los que queremos, pero sin olvidar que hemos venido a ser felices, a vivir nuestra vida. Somos parte prioritaria en el arte de vivir.

    Acabamos un año donde las fiestas parecen que lo transforman todo, deseamos felicidad y amor a conocidos que no sabemos de ellos en todo el año, perdemos la magia de comunicarnos ocultándonos detrás de mensajes impersonales que en segundos hemos enviado a prácticamente todos nuestros contactos apelotonados en nuestro teléfono móvil. Enviamos nuestros mejores deseos sin interesarnos por quien está al otro lado, hemos cambiado la forma de querernos, la amistad nunca fue tan fría. Me preocupa con la rapidez que nos podemos molestar al no ser correspondidos cuando enviamos un mensaje en serie. Porqué nos cuesta hacer una llamada para saber cómo le ha ido a esa persona querida, a esa persona que entró en nuestra vida por un motivo u otro. Si, lo fácil es seguir buscando nuevos amigos, virtuales o no, que nos agasajen con bonitos mensajes. También podemos colarnos a través de nuestro móvil en la vida de un famoso o de alguien interesante que vive una vida tan de película que despierta nuestra admiración.

     Yo prefiero conversar con las personas que forman parte de mí día a día, que me trasmiten a través de sus miradas, sus palabras, etc… Puedo ver y sentir su alegría o su preocupación, puedo escuchar o simplemente acompañarnos mutuamente  en un rato mágico. La vida es de los valientes, osado es aquel que escucha a su corazón y comparte su aprendizaje con los demás mientras busca el camino a su felicidad.

    La persona feliz trasmite energía, si estamos alegres somos un imán que atraemos a las personas, y es aquí donde tenemos que saber que queremos en nuestra vida y discernir lo bueno de lo malo. No quiere decir que si alguien que no es de nuestro agrado necesita ayuda, no se la podamos dar. Lo importante de vivir es descubrir en nosotros mismos que es lo que nos sienta bien y lo que no. Cuando sabemos lo que queremos o lo que no queremos, tenemos que ser fuertes para no dejarnos llevar por la inercia de dónde venimos. Los hábitos y la compasión son los motivos que nos llevan a no avanzar nosotros en beneficio de los demás.

     Creo que deberíamos de utilizar lo  mejor de cada uno en nuestro propio beneficio y adoptar de los demás lo positivo que veamos en ellos. Se trata de avanzar mejorando nuestra esencia, aprender de lo vivido. Es como si culturalmente nos quedamos lo mejor de cada cultura. Hoy mi amiga Christine me decía que en su país una madre es para todos los hijos, y que un hijo es para todas las madres. En su país un joven le puede decir a una señora en el autobús “Madre déjame pagarte el viaje….” Y la señora responde “Hijo mío, muchas gracias, que Dios te bendiga con buena salud, larga vida, que tengas muchos hijos, dinero, etc”  Seria genial adoptar todas las buenas costumbres de aquí y de allá.

    Este año que empezamos tenemos todas las oportunidades de vivir como siempre hemos soñado. Todos vemos que la vida toma decisiones cuando nosotros no las tomamos, alguien decide despedirnos, sufrimos un accidente, un imprevisto, una enfermedad, un duelo amoroso, etc. Porqué no somos más valientes y gestionamos las cartas que tenemos. Vamos a ser felices, tanto da donde estemos, se puede ser feliz en un lugar inhóspito, sólo necesitamos confiar en nosotros y saber qué haremos lo posible por cumplir nuestros sueños. Qué nadie nos diga que no podemos, que no es para nosotros, si puedes tomar una decisión tómala, o la vida la tomará por ti.

    Pero mientras te observas y decides si quieres seguir en tu cómodo sofá o quieres salir a vivir: ríe, baila, canta, llora, perdona y perdónate, pero sobre todo relativiza. Ni hoy estamos tan mal, ni ayer estábamos tan bien. 

     Deseo que este año 2019 sea nuestro año, y si no lo es, que no sea porque no lo  hemos intentado.  Cuenta conmigo a través de mi correo para cualquier comentario o acompañamiento en este maravilloso mundo donde vivir es lo importante.