Cuando le dije a mi hija que iba a viajar, su primera pregunta fue:
—
¿Dónde
vas a ir?
—
Una
vuelta a España, le respondí.
—
¿Qué
vas en coche? ¿En moto?
—
No,
voy a hacer autoestop.
—
¿Y
eso que es?
Le expliqué a mi hija que antiguamente cuando las
personas no disponíamos de un medio de transporte propio nos desplazábamos haciendo
autoestop.
A mí me pillo muy joven, cuando el hábito se iba
perdiendo debido, en parte, al aumento de la flota automovilistica del país, pero recuerdo que con 16 años alguna vez me toco poner el dedo para
poder ir a trabajar. Poner el dedo es la expresión que se utilizaba, cuando
normalmente en la salida del pueblo las personas que nos queríamos desplazar
unos cuantos kilómetros, utilizábamos el puño cerrado y sólo sobresalía el dedo
gordo indicando hacia la derecha, así el conductor que se acercaba a nosotros
veía la intención que teníamos para ir en su misma dirección.
Hoy acabo de regresar, mi vuelta a España se ha
convertido en un gran viaje por la península donde he visitado treinta y ocho
de las cuarenta y siete provincias peninsulares. He recorrido en vehículos ajenos:
coches, furgonetas y camiones unos cuatro mil quinientos kilómetros. Con
trayectos varios, donde el más corto de cinco minutos y el más largo de ocho
horas, he conocido a más de cien personas que han sido todo un aprendizaje de
vida. Está claro que las personas vivimos para relacionarnos y ayudarnos. Ahora
creo un poco más en la raza humana.
Mi mejor anécdota es la de un señor jubilado que
me dijo que me llevaba siempre y cuando le llenase el depósito de gasolina y le
invitase a comer. No necesité invitarle ni a comer ni pagar la gasolina, al
contrario, me invito a dormir en su lujoso caserío en Asturias donde conocí a
toda su encantadora familia.
Qué bonito Josep Ma!!
ResponderEliminarMe has llevado mentalmente en tu aventura.
Besazos
Núria