En estas
fechas compramos para sorprender, para intentar crear una felicidad efímera.
Estas fiestas, a unos los estresa, a otros les da melancolía, a otros sin
embargo les encanta dedicarse a personalizar los regalos y sorprender creando
regalos artesanales apartándose del
consumismo típico de estos días.
Todos
necesitamos amor, un regalo es entregar parte de nuestro corazón. En la búsqueda
del regalo perfecto analizamos los gustos de nuestro receptor para
intentar sorprenderlo. No siempre acertamos, pero dicen, que la intención es lo
que cuenta.
Vamos a pensar
en el esfuerzo que hicieron para intentar adivinar nuestros gustos, aceptemos
con amor dicho regalo, y al mismo tiempo pensemos en cómo nos ven.
Cada regalo
tiene un mensaje, sabemos, si la persona que lo compró es detallista, romántica, práctica,
etc.
Algunos
regalos vienen con textos o dedicatorias, otros vienen sin envolver, algunos
los recibimos en varias capas de papel y cajas, pero todos nos llegan con amor.
En muchas
comidas o cenas de Navidad se ha implementado el increíble "amigo
invisible", ese regalo a veces impersonal, a veces personalizado después
de un sorteo. Estos regalos también salen del amor, compramos diferentes
regalos si son para el grupo del trabajo, para los amigos o la familia. Algunos
obsequios nos delatan nada más ponerlos encima de la mesa. Nos conocemos
también que podemos adivinar quien ha sido el partícipe de nuestro
regalo.
Una vez que
acaban las fiestas de Navidad algunos de los regalos se hacen su hueco en
nuestra vida, otros pasan a la indiferencia y los menos afortunados son
historia desde su primer minuto de vida.
Reflexiona
pasado unos días del coste de cada regalo, no del importe económico, sino del
tiempo dedicado, de cómo se las ingenió para conseguir aquello que sabía que te
iba a gustar o simplemente en como redactó aquella dedicatoria del libro o las
entradas que recibiste. Cada regalo es amor, cada detalle es tiempo y dedicación.
Los regalos que no vayamos a utilizar démosles la oportunidad de que lleguen
con amor a personas que no han tenido esta navidad la misma suerte que
nosotros. Regalemos aquella bufanda que no cambiaremos a la persona que vemos
cada día pidiendo en la esquina de nuestra casa, o acerquemos a Caritas o
cualquier otra asociación benéfica para que los regalos del amor sigan haciendo
su labor. Creemos una cadena de regalos del amor, si no lo vamos a utilizar, dónalo.
El espacio de tu hogar lo agradecerá, pero sobre conseguiremos que alguien no
se sienta tan sólo y sin amor.
Con esta
reflexión quiero agradecer y felicitar a todos los que os habéis dedicado a dar
amor un año más.
Gracias,
gracias, gracias.