Hace días, semanas o meses que no me enfado.
Sí, antes vivía muchos estados de rabia en mi piel. De un tiempo a la actualidad,
vivo el presente, intento ser positivo y activo con mi vida. Últimamente la felicidad
se acerca a mí, es el estado que me gusta, pero también disfruto en la
tristeza, en el dolor o en cualquier estado posible, incluso en el agotamiento
o cansancio mental o físico.
Donde no quiero estar es en las
sensaciones que no son mías. Sí, me he vuelto egoísta, muy de lo mío, soy tan
de aprender que me gustaría que tú aprendas a llevar las riendas de tu vida. Yo
estaba acostumbrado a buscar la aceptación en los demás, a vivir las sensaciones a través de vivencias
que me explicaban familiares o amigos. Hace
tiempo que decidí vivir mi vida.
Me gusta mi estado de felicidad,
cada nuevo día agradezco lo poco o mucho que tengo, y me las ingenio para
aprender y compartir durante el día. Disfruto dando amor, escuchando, ayudando,
pero sobre todo intento no tomar decisiones o realizar labores que no son mías.
Me hice voluntario de Salud Mental, no sé bien cómo llegué a ello, pero la vida
me lo mostró y yo con ganas de aprender me entregué sin pensarlo. Más de un año
de aprendizaje, donde mido mis palabras para no crear falsas esperanzas ante la
persona que voy a visitar cada semana, de la cual aprendo cosas tan olvidadas
cómo el compartir o el respeto de los espacios.
Todos estamos a sólo un paso de
la enfermedad, mental o física, es un motivo más que suficiente para
entregarnos a vivir. Vivir sin miedos, con entusiasmo y la inocencia de los
niños.
Cuando me molesto con alguien,
algo no sale bien o no llego a mis metas, acepto que no es algo personal
conmigo y sigo luchando de nuevo por mis sueños. Si me tratan con un tono que
no me gusta o me increpan, entiendo que la persona puede estar en un momento
incontrolado, y que es una casualidad que yo el agredido. Si creo que puede ser
mi culpa, pido perdón desde el corazón, e intento argumentar mis motivos de
dicha actuación, pero no me quedo encallado en mi error o su mala
interpretación. No quiero perder tiempo ni desgastarme en repetir y justificar hasta
la saciedad lo mismo una y otra vez. Quiero aprender, y aprendo, yo decido cómo
afronto mis errores, yo decido si debo apartarme de personas que nunca tienen motivos
para perdonar y si para recriminar. Me quito un peso de encima cada vez que
evito una discusión, quiero compartir y comparto armonía, aprendizaje, ilusión,
entusiasmo (cómo dice mi amiga Dolors) adoro las conversaciones de aprendizajes
ajenos donde mi escucha es total para ver como todos tenemos algo que enseñar. Cada
día me enamoro más de la vida, la misma que me ha quitado y dado momentos
maravillosos, a personas increíbles que entran y salen de mis días, pero aunque
vayan y vengan o no las vea, son parte de mi puzle.
Todos tenemos un puzle que
empezamos con la ayuda de nuestros padres y familiares, son los que ponen
nuestras primeras fichas. Luego nosotros en los años de la infancia y la adolescencia
vamos añadiendo piezas que no sabemos dónde
situarlas, y es al cabo de unos años donde nos damos cuenta del puzle que
tenemos entre manos. Todas y cada una de las fichas que entran en nuestro puzle
se quedan, algunas nos cuesta ver su lugar cuando han pasado años, pero si
hacemos una mirada superior o desde otro ángulo podemos verlas y saber cuándo
entraron a formar parte de este apasionante puzle donde el número de piezas varía
según nuestro carácter, nuestras inquietudes y ganas de vivir.
Hay puzles que al acabarlos en el
fin de nuestros días, si miramos desde fuera de la imagen, nos damos cuenta que
es un puzle lleno de caminos agrestes de montaña o carreteras interminables con
asfalto gastado por el paso de nuestros semejantes. En cambio nos podemos
encontrar puzles que empiezan en un camino seco o embarrado pero que debido a
como colocamos nuestras piezas nos vamos acercando a ese paraíso que todos
tenemos en mente.
Mí puzle o paraíso difícilmente es
como el tuyo. Yo sé lo que me gusta y lo que no, inevitablemente, a veces vivo experiencias que no me gustan, y cada vez las piezas de esos
malos momentos son más pequeñas, pues buscando mi camino las piezas que quiero
vivir son cada vez más grandes Así consigo que cuando visualizo mi puzle desde
una perspectiva alta el paisaje se parezca más a mi paraíso. Actualmente vivo encontrando
esas piezas que hacen mi puzle más bonito, por eso si formas parte de mi vida
tienes un lugar de privilegio en el paraíso de mi puzle.
Yo busco completar mi puzle, no
necesito un gran número de piezas, pero si las más bonitas y los mensajes más auténticos.
Si hay dolor, vive dolor, aprende de esa sensación… si hay tristeza, escucha de
donde viene, no te obligues a sonreír, sólo entiende que es ese el momento a
vivir… y si la enfermedad llega a ti, lucha cada momento de luz…
Por ello, juguemos a completar nuestro
puzle con lo mejor de nosotros.
No dejas de sorprenderme, de enseñarme que cada imstante vale la pena. En mí puzle estás tú, me abriste los ojos y hoy puedo aceptar mi tristeza sin olvidar mis alegrias.
ResponderEliminarHas evolucionado tanto que eres cada vez, más grande. Felicidades.
Gracias Dolors, todos aprendemos de todos.
EliminarTodo un lujo que compartas cosas tan bonitas, especiales y auténticas sabiendo que vienen de ti. Abres, despacio, mis ojos aunque están muy cerrados
ResponderEliminarGracias por leerme, y si te abre los ojos, es una buena noticia.
EliminarLa vida en sí, es la búsqueda y el encaje óptimo de esas piezas y el fin, es completar ese puzle de la mejor de las maneras q nos permitan las circunstancias. Una interesante reflexión y bonita manera de describir la esencia de nuestro existir..
ResponderEliminarMuchas gracias Ángeles por tus palabras, todavía me falta mucho por descubrir de nuestra esencia de nuestro existir...
ResponderEliminarRealmente que reflexión amigo, gracias
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